Recientemente el seleccionador nacional, Pepu Hernández, ha publicado un libro llamado "Entrenar el éxito" junto a Luis Fernando López, periodista de El Mundo. Un día lo ví en una librería y no pude resistirme, me lo compré. Hoy he terminado de leerlo. Han sido una semana de lectura entretenida y de aprendizaje.
En el libro, del que al principio cuesta seguir el hilo argumental, porque digamos, carece de él, hasta que se lo encuentras, se narran, entralazandas las "enseñanzas" propuestas por Pepu con las explicaciones y comentarios de Luis Fernando (claramente separadas con estilos de letras diferentes), de como ha sido todo el trabajo de la selección hasta la consecución del campeonato del mundo de Japón 2006. Desde que Pepu fue elegido para ser el selccionador del combinado nacional, y por qué, hasta la medalla en sí. Pero eso es sólo la excusa de como llevar a un grupo humano al trabajo en conjunto.
En mi pensamiento, cuando lo compré, creí entender que el libro narraría, como si de una novela se tratase, las visicitudes de los españoles para ganar el oro. Pero no, eso es tan sólo el hilo argumental. Si el libro se lo das a un psicólogo seguro que diría que es un libro de psicología superficial (no por ser vano, sino por ser muy simplista en los conceptos), si lo leyera un empresarío podría decir que es un libro que ayuda a manejar grupos de trabajo para obtener un mayor rendimiento de estos en sus puestos, si se lo das a un animador de grupos, encontraría pasajes aptos para desarrollar su trabajo e incluso a mi me ha servido para reforzar cosas que hago a diario cuando doy clase, y otras cosas que no debo estar haciendo bien. Todo ello bajo el prisma de que el ser humano, la persona, el ántropos (que dirían los griegos), que es o debe ser lo primero.
Bajo tres conceptos: humildad, trabajo y confianza, el seleccionador consigue construir un equipo de trabajo tan impresionante que le llevo a la consecución del título del mundo, y digo cosecución ya que ese uno de los conceptos que arrastran a esta selección, el trabajo lleva como consecuencia el premio (que no tiene porque ser obligatoriamente la medalla de oro, aunque se lucha por ello, desde el principio y sin tapujos). Lo asombroso para toda España fué ver con que humildad lo consiguieron y la confianza que tenían todos entre sí, no en el ámbito de la vida diaria (que también) sino en el trabajo que desarrollaba cada uno.
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